Jorge Fabregat


El pasado martes 7 de marzo estaba con un amigo en una práctica y salió el tema del Hack For Good. Es una competición a nivel nacional que organiza Telefónica desde su fundación Think Big, y tiene lugar a la vez en unas 20 sedes repartidas por toda España. La gente a lo largo del año propone retos, de carácter ético, y luego durante dos días la gente que se apunta forma equipos de hasta 7 personas para resolver uno de estos retos a elección. Todos tienen que ver con la tecnología. De ahí Hack For Good. No es hackear en el sentido de meterse en los servidores de la NASA, sino de buscarle nuevas vueltas de tuerca a la tecnología para resolver problemas sociales.

Yo ya conocía el concurso, pero no sabía nada acerca de cómo iba ni nada, y decidimos apuntarnos a ver, pero sin saber cuándo era. Nos informamos y resultó ser el viernes 10 de marzo, tres días después. En principio decidimos seguir adelante, estuve buscando gente y nos montamos dos equipos de 5 personas cada uno; 7 de ellas que no conocíamos. Como esa semana había exámenes, la gente se fue tirando del barco una tras otra y el día antes de la competición quedábamos un chico que no conocía y yo en el equipo. Decidimos tirar adelante aun así y nos presentamos allí el viernes por la mañana. Desde el principio mi intención era ir allí a aprender. Aprender cómo pasar de saber programar a saber lanzar una aplicación al mundo real, aprender cómo se mueve la gente en proyectos de verdad y empezar a tener contacto con ese mundo, para empezar ya pronto. Por lo tanto, no sabía ni si iba a conseguir equipo para poder participar ya que éramos dos chavales de 2º y 3º de carrera (él de electrónica, yo de teleco) y allí todos eran como mínimo del máster. El caso es que estábamos allí un poco perdidos mientras entregaban las acreditaciones y apareció uno más, este de 1º del máster de teleco, preguntando si alguien no tenía equipo. Y así ya teníamos el equipo mínimo de 3 que nos hacía falta para apuntarnos.

 

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Para esta edición, el Ayuntamiento de Valencia ofrecía un premio de 100 euros a los 5 mejores equipos que utilizaran la API de datos abiertos que ofrecen, y el chico del máster tenía idea de hacer un proyecto de ese estilo, mientras que el otro tenía en mente hacer algo para mejorar los semáforos para invidentes, con el móvil y bluetooth. Lo que pasa con el bluetooth es que tienes que sincronizar tu móvil con cada semáforo nuevo que visitas. Entonces, después de un rato pensando, se nos ocurrió combinar ambas cosas haciendo una app para Android que contrasta tu posición actual mediante GPS con la base de datos de semáforos del Ayuntamiento, y si el semáforo en el que te encuentras está en verde vibra para avisar de que se puede cruzar. El problema que teníamos es que la API del Ayuntamiento ofrece los datos de posición de los semáforos, pero no de su estado (verde, ámbar, rojo). Entonces se me ocurrió conectar un microcontrolador Arduino con un complemento que le permite tener conexión a internet por ethernet al semáforo, y programarlo para que lea el estado de las luces directamente a partir del cable y lo envíe a nuestro servidor. Todo esto sin modificar nada de los semáforos actuales. Se conectan dos cables del controlador a los cables que van a las lámparas y listo. Entonces nos pusimos manos a la obra. Yo me encargué de preparar un primer servidor linux, reconfigurando el que tengo montado en casa como FTP y de montar y programar el Arduino. El chico de electrónica se encargó de buscar información y datos (que luego nos resultaron muy útiles) y de desarrollar parte de la app, y el del máster programó la aplicación del servidor con PHP y MySQL y la otra parte de la app.

Después de dos días de trabajo sin dormir, lo que nos quedó fue un sistema que, en fase de prototipo, lo más caro posible, costaría 25.000€ de implementar en toda Valencia. El actual, propuesto por el ayuntamiento asciende a 6.000.000€. Esto es posible, entre otras cosas, porque nuestro sistema se coloca en el regulador semafórico, por lo que un único chip sirve para monitorizar una media de 10 semáforos. Con un hardware depurado y construido a medida podría bajar de los 10.000€, y si conseguimos implementarlo en el software de control directamente podría costar menos de 1000€. Pero todo esto ya sería si conseguimos sacarlo adelante.

En la entrega de premios, nosotros nos esperábamos como mucho ganar los 100 euros del Ayuntamiento. Y acabamos ganando el primer premio, el premio Think Big de Telefónica, y el del Ayuntamiento. El primer premio son 1000€ y entras a competir en la fase nacional, que son 10000 euros en premios, pero el más importante es el Think Big. Con ese premio nos vamos a ir a Madrid todo pagado a pasar un fin de semana con un mentor que nos ayudará a seguir desarrollándolo y madurándolo. Este premio se ha entregado a 30 equipos de toda España, y después de ese fin de semana de trabajo se elegirá a los 8 mejores, que pasarán a estar becados por telefónica y a recibir asesoramiento para lanzarlo.

 

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Yo la verdad es que ahora mismo estoy como si me hubiera tocado la lotería. En la vida me hubiera imaginado estar en esta situación en segundo de carrera, y compitiendo contra gente que ya la ha terminado o está a punto; tampoco me hubiera imaginado que me pidieran el LinkedIn con 19 años (que me he tenido que hacer, porque no sabía casi ni cómo iba). Ahora me toca trabajar duro para aprovechar este impulso, y que me vaya conociendo aún más gente e ir haciéndome un nombrecillo. Me ha servido para conocer a mucha gente, tengo a uno de los coordinadores del Hyperloop que me ha dicho que sea lo que sea lo que necesite saber que le avise, y ya nos tiene fichados tanto Telefónica como el director de mi facultad y algunos profesores que se pasaron por ahí. Nos han dicho que hablemos con el Ayuntamiento y en breve nos va a entrevistar la tele del poli y seguramente salga en portada... Aún me cuesta creérmelo.

Bueno, espero no haberme enrollado mucho que aún estoy emocionado :)

Un saludo, Jorge.

 

 

Jorge Fabregat López acabó 4º de ESO en el Luz Casanova en 2013. Tras eso cursó bachiller de ciencias en el instituto Salesianos y, tras un excelente selectivo, entró en la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones, donde actualmente cursa 2º.